Again, for the time being this post will be published in Spanish, I might translate it soon though.
Vivimos en la era de las máquinas “inteligentes”, presenciamos constantemente la ubicuidad de la cibernética y en este contexto ha aparecido una vanguardia creativa en la que tanto la novedad como la innovación tecnológica se suceden a gran velocidad y de modo muy caótico. La elevada complejidad de las distintas áreas de conocimiento implicadas en estos procesos y su interrelación son una constante. Así pues, en esta vanguardia creativa cibernética en la que confluyen distintas y dispares áreas de conocimiento, cuando un equipo pretende desarrollar un proyecto se produce con cierta frecuencia el encuentro, y en ocasiones desencuentro, entre las personas que proporcionan conocimientos asociados al arte (o derivados) y las personas que proporcionan conocimientos asociados a la ciencia (o derivados). Comprometer unos u otros conocimientos, según “convenga”, no parece ser la mejor solución.
Lo genuinamente característico de esta vanguardia creativa es pues la novedad y la innovación tecnológica junto con la velocidad y el modo caótico en que se suceden ambas, así como la elevada complejidad e interrelación existente entre algunas de las distintas áreas de conocimiento implicadas.
No es, sin embargo, genuinamente característico de esta vanguardia creativa el encuentro arte-ciencia. Esto último es ya clásico, es más, la separación arte-ciencia no siempre estuvo ahí. En efecto, existen numerosos ámbitos académicos y/o profesionales (no originados precisamente en la era cibernética) en los que conocimientos artísticos (y artesanales) confluyen con conocimientos científicos (y tecnológicos) para producir, con gran satisfacción, los resultados esperados. Dos claros ejemplos de lo anterior serían la arquitectura y la cinematografía pero habría muchos más. Estos son, efectivamente, ámbitos académicos y profesionales que implican, cada uno de ellos, múltiples áreas de conocimiento, algunas de naturaleza más artística y otras de naturaleza más científica. En ambos casos las distintas y dispares áreas de conocimiento están perfectamente definidas y delimitadas (descomposición del conocimiento requerido), y con ello las responsabilidades de las personas involucradas (distribución del conocimiento proporcionado). Podría decirse que en ambos casos el “puzzle multidisciplinar”, introducido en el artículo anterior, fue resuelto hace ya tiempo. Algunas consecuencias de que esto sea así son evidentes: los vocabularios están suficientemente compartidos, las interacciones y roles están bien establecidos, en definitiva, la comunicación puede producirse adecuadamente sin grandes impedimentos.
Ahora bien, teniendo en cuenta lo anterior ¿cabría esperar que los modos de trabajo que han resuelto efectivamente el encuentro multidisciplinar arte-ciencia en ámbitos académicos y/o profesionales tales como la arquitectura o la cinematografía sean igualmente válidos para resolver efectivamente el encuentro arte-ciencia en ámbitos académicos y/o profesionales de la vanguardia creativa en la era cibernética? Dicho de otro modo, ¿cabría esperar poder resolver el encuentro arte-ciencia en ámbitos académicos y/o profesionales de la vanguardia creativa en la era cibernética de forma similar a como se ha resuelto en otros ámbitos académicos y/o profesionales más clásicos? Es más, ¿cabe siquiera esperar que la analogía del “puzzle multidisciplinar” sea aplicable en ámbitos académicos y/o profesionales de la vanguardia creativa en la era cibernética?
Mi opinión es claramente que no en ambos casos. En efecto, basta con reconocer que las características esenciales de la vanguardia creativa en la era cibernética son los aspectos mencionados anteriormente de constante novedad, innovación tecnológica, etc. para, rápidamente, poder aceptar que la propia naturaleza cambiante, caótica y compleja de las distintas áreas de conocimiento implicadas exige una estrategia de conocimiento alternativa. En concreto exige una estrategia que pase por no tener que resolver constantemente el problema de la descomposición del dominio y distribución de los subdominios de conocimiento requerido y proporcionados respectivamente, pues se trata de un problema que no solo es cambiante y caótico sino también complejo. Es importante destacar que la naturaleza cambiante, caótica y compleja (en definitiva dinámica) de las distintas áreas de conocimiento implicadas se puede poner de manifiesto no solo de un proyecto a otro, sino incluso durante el desarrollo de un mismo proyecto. Y es precisamente debido a esta naturaleza dinámica que ni siquiera sea aplicable la analogía del “puzzle multidisciplinar”.
La multidisciplinariedad constituye una estrategia de conocimiento que permite resolver el encuentro multidisciplinar arte-ciencia en ámbitos académicos y/o profesionales esencialmente estáticos tales como la arquitectura o la cinematografía.
La interdisciplinariedad constituye una estrategia de conocimiento que permite resolver el desencuentro multidisciplinar arte-ciencia en ámbitos académicos y/o profesionales esencialmente dinámicos tales como los de la vanguardia creativa en la era cibernética.